No hay mejor viaje en el tiempo que el que nos ofrece la información. Hoy, gracias a la ciencia, conocemos cómo eran los antiguos egipcios; qué comían, cómo lucían y de qué manera vivían en sociedad. Ahora, un nuevo estudio revela información sobre cómo olían. Es más, los científicos han logrado recrear este 'olor de la eternidad'.
¿Por qué los egipcios momificaban a los muertos?
Hasta hace no mucho tiempo se creía que los antiguos egipcios momificaban a sus difuntos para preservar sus cuerpos, sin embargo, gracias a la ciencia, descubrimos que, en realidad, lo que pretendían era “guiar a los muertos hacia la divinidad”.
Para realizar las momificaciones, primero extraían cuidadosamente los órganos como los pulmones, el hígado, el estómago y los intestinos, y se lavaban y desecaban para, más tarde, volver a introducirlos en la cavidad abdominal.
Más tarde se ungía el cuerpo con aceites y resinas aromáticas, con las que también se rellenaba el interior de cráneo, mientras que los ojos y la nariz se sellaban con cera de abeja.
El aroma de Senetnay, la nodriza del faraón
Amenhotep II
Senetnay es la protagonista de este descubrimiento. Sus restos fueron encontrados en 1900 por el famoso Howard Carter -el arqueólogo que descubrió la tumba de Tutankamón- y varias investigaciones después revelaron que se trataba de la nodriza del faraón Amenhotep II, más conocido como Amenofis II, uno de los grandes de la Dinastía XVIII del Antiguo Egipto.
Se sabe también que Senetnay fue una noble egipcia de clase alta que vivió alrededor del año 1.450 a.C, y ahora, la investigación liderada por Barbara Huber, del Instituto Max Planck de Geoantropología (Alemania), ha logrado recrear el olor del bálsamo con el que se la momificó -cuyos ingredientes variaban según el estatus del difunto-.
Los restos, que han sido hallados en las vasijas canópicas, contenían ingredientes relativamente complejos en comparación con otros del mismo periodo: además de cera de abeja, grasas animales, aceites vegetales, betún y resinas de árboles como pinos y alerces, identificaron cumarina, que tiene un aroma parecido al de la vainilla, y ácido benzoico, que hoy día se emplea en cosméticos para perfumar y evitar el deterioro por microbios.
"Los ingredientes del bálsamo dejan claro que los antiguos egipcios se abastecían de materiales de fuera de su reino desde una fecha temprana, afirma la profesora Nicole Boivin. El número de ingredientes importados en su bálsamo también pone de relieve la importancia de Senetnay como miembro clave del círculo íntimo del faraón".
Este descubrimiento aporta más información de la que, a priori, podríamos imaginar: los egipcios tenían grandes conexiones comerciales casi un milenio antes de lo que se conocía hasta ahora, que les permitían tener acceso a materiales e ingredientes procedentes de tierras muy lejanas. Ya ven, a veces un olor, puede hacernos viajar muy lejos.
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